Hojas, papeles, cuadernos, zapatos, lápices, pelotas … insignificantes, según el profesor. Considere atrevido vislumbrar ideas sobre objetos nada relevantes ¿Es que acaso la superficialidad de los mismos no los acusa de no ser considerados fuentes de inspiración? Para muestra un botón: el diccionario, que solo necesita de unas cuantas palabras para referirse a ellos.
Entonces, cerré los ojos intentando dibujar estos objetos en mi mente. De pronto, apareció mi querido encendedor dentro de mis cavilaciones. Solo atine a sonreír.
Definitivamente, los adjetivos común y corriente no se vinculan con este compañero marca zippo, cuya impresionante habilidad casi seductora para encenderse lo ha convertido en una celebridad. Basta de características…hay un trasfondo dentro de él.
Ella fue mi primer todo. Me lo regaló aquel primer 14 de Febrero. Un encendedor que significa mi primer San Valentín, mi primer regalo…mi primer amor. El calor de ese dia se mezcla con el recuerdo de un evento en donde mi inexperiencia en esos casos, hizo que cometiera la falta de no corresponder aquel gesto.
Quizás la evocación a ese primer sentimiento correspondido me llama a guardar este encendedor como un tesoro. A pesar que ahora tomamos diferentes caminos, fue la persona que me enseño una definición de amor desconocida. Habrá muchos amores, pero nunca volveré a tener un primer amor.
Intento defender la idea que las cosas, en el sentido más amplio de la palabra, pueden llegar a ser más que sólo cosas. Si vemos más allá, estos objetos pueden provocar en nosotros los más profundos sentimientos.
Una fotografía de unos tacos rotos, que significa para una abuela su urgencia por llegar al altar. Dicha foto la hace reír y lo comparte con sus nietos. Un lapicero, lleno de nostalgia y orgullo, heredado del abuelo, que se convierte en un protagonista importante para el nieto en la firma de un contrato. Una bala, signo de entereza y valor en el primer combate, atesorada por un soldado. Y unos zapatitos que bailan al compás de las rutas de un taxista, como alertas vivientes de una personita que lo espera en casa.
Nuestra apresurada carrera de la vida no nos permite descubrir esas historias intrínsecas.
Y si para ti es difícil hacer una pausa, será mucho más complejo mirar atrás de tus hombros, en tu historia. Te digo un secreto: No necesitas hacerlo. Puedes avanzar como siempre, solo te propongo observar a tus objetos alrededor, escúchalos, huélelos, saboréalos…en otras palabras disfrútalos. Veras que ellos responderán a tu interés, y sentirás que te devolvieron la mirada cuando un recuerdo aparezca en tu corazón.
Aquellos que pierden el aliento al contemplar atónitos un simple objeto, no ven sólo eso. Esas personas desempolvan historias ocultas que las acompañaran para toda la vida. Día a día creamos momentos y los enterramos en los objetos. Tiempo después, los recogeremos dentro de nuestro baúl de pertenencias. Será ahí, con una lágrima o con una sonrisa, cuando reafirmaremos que no fuimos una mera existencia.
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